Hace tantos años que habías entrado en mi vida, con tus tiernos besos llenos de mares agitados y refrescantes, con tus dulces labios invitando a la provocación y desencadenando la esencia prometida. Había creído por un instante que después de aquel beso tú ibas a ser mía y que mi corazón estaba destinado a tener un maravilloso romance contigo. Fue un paraíso en esta obra maestra del espíritu que me hizo enloquecer y volver a ilusionarme. Me estaba enamorando de ti y ha sido precioso que tu imagen estuviera en mi cabeza todo el tiempo. Me hacías sonreír, tu amor me hacía saltar de júbilo, de sentir calor en los meses fríos y escalofríos en las semanas veraniegas.
Eran buenos regalos, como los amantes que intercambian sus miradas, así eras para mí, una verdadera y beneficiosa compañía que adornaba mi camino en la vida. Ahora te has ido y hasta los recuerdos te has llevado, pues el silencio se apoderó de mi alma y mi cuerpo se marchitó tras tu brusca y repentina despedida. Es hora ya de dejarte ir, es el momento de decirte adiós, porque no hay excusas ni tampoco lágrimas para llorar.
Ha habido tantos cambios en el comportamiento que se me hace difícil seguir tu estela y en sus giros he llegado a estar confundido. Todo el tiempo has sido la única que formó parte de mi pensamiento y no lo había sabido hasta que tus caricias se desbordaron por mi alma. En un día como hoy reflexiono en tu mirada y desearía que fueras feliz aunque estés cerca del abismo, mi amor ya no serás por la distancia, la familia o la falta de medios económicos, pero tú serás siempre mi fiel amiga y compañera de mis presentimientos.
Es difícil desprenderme de ti por lo que en un futuro pudo haber sido y no lo fue, siempre tendré esos recuerdos que a veces me invaden en un breve ataque de nostalgia, pues sonrió cuando voy a la playa, dejo las huellas en la arena como aquel día que me dejaste tus besos en mi piel y la brisa me trae de nuevo el espíritu de tu linda sonrisa a la lucidez de mi mente. El destino tiene una manera surrealista de jugar con los sentimientos y no quiere que nos encontremos a la vuelta de la esquina, donde te he regalo una señal de mi sinceridad bajo la sombra de un paraguas.
Rompe las cadenas, deja que el amor te vuelva a conquistar, temeroso o cauteloso hasta que la ternura vuelva hacia ti en un remolino de pasión y ardor, que yo estaré bien, pues la vida pasa tan rápido que se echará de menos los días añejos y perderás el tren que te llevará a lo que importa: tu felicidad. En el cielo y en las estrellas están las indicaciones para seguir buscando o que la chispa se encienda por casualidad, mientras no sea demasiado tarde, el corazón se armará de valor para volver a encontrar el sueño dorado del amor, donde empezará a tejer sus hilos con cariño y bondad con la esperanza que sea más duradero.